viernes, 27 de marzo de 2015

Si revelas tus secretos al viento, no le eches la culpa al viento por revelárselo a los árboles.

Y reconozco... Que aquel viento frío que se hacía pasar por amigo se fue, como se fueron marchando aquellas hojas recién caídas de los árboles.
¿Dónde irán? ¿Qué será de ellas cuando en otro lugar caigan y no sepan a dónde han ido a parar? ¿Les pasará como a las oscuras golondrinas, que cuando vuelven a migrar no saben cuál será su rumbo...ni tampoco, su nuevo mar?

Y me reconozco...Que no siempre el cobijo de un abrigo no es el que da más calor ante el húmedo invierno.
Que no hay nada más cruel y doloroso que añorar lo que nunca jamás existió, tan solamente se creo en las ganas del alma y del corazón.
Que no hay nada como soñar, para seguir persiguiendo tus sueños, que eso es lo que hace un soñador.

Que quizás reconozco, que a veces no me comporto como debería comportarme, que salen maneras que debería de seguir corrigiendo para con los demás y sobre todo -y casi lo más importante-, para ser feliz conmigo mismo, estar bien para conmigo mismo y no tener que tener penas ni achaques, de hice mal o hice bien a nadie.
Que nadie tiene culpa de como yo me encuentre en ese momento  -aunque yo me calle realmente, y nadie sepa ni cómo estoy, ni como me siento, pero como ya dije antes, el que quiera saber...Sabrá, porque él o ella misma acabarán preguntando y si no...Mejor aún, hay menos relación hipócrita de por medio, que muchos no preguntan por saber, muchos lo hacen por hacer como que se interesan y quedar bien, lo gracioso es que a estos se les pilla, y no sabes bien qué es más ridículo que pretendan engañarte o que no se den cuenta que, por mucho que lo intenten...No lo consiguen-.

Y reconozco, que cada vez que le digo a mi propio cerebro, "sé fuerte y sigue", "no te quejes" "aguanta un poco más por favor, sé fuerte y sigue que hay personas que están peores que tu", reconozco que me gustaría que fuera tu voz la que me diera apoyo.

Que ese abrigo que no abriga, fueran tus brazos acercándose sin yo saberlo por la espalda, mientras huelo a salitre y escucho el murmullo en el silencio del eco del mar.



Abrazos y Besos Lunáticos 


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