miércoles, 9 de septiembre de 2015

Te estoy tejiendo un par de alas, sé que te irás cuando termine...Pero no soporto verte sin volar...


Las lágrimas eran de sal, como de sal era el océano y tu pequeño Aylan, te convertiste en marea y viento.
Un viento precioso, que jugaba con anémonas de mar, burbujas de colores y conchitas de cristal.
Te quedaste sonriendo, en los brazos de un ángel, pues Dios no iba a permitir que tus bonitas alas blancas, se manchasen.


Sólo está durmiendo. Mahnaz Yazdani

Hay algunos que no te ven, pero otros hasta te sentimos, por ser un niño y querer jugar con la arena de la playa a hacer castillos.

Y cada vez que las olas besen la orilla, suave, calmada y engrandecida, gritaran en ecos de silencio:
¡Aylan! ¡Aylan! Corre, despierta ya de tu cunita de sal, q
ue  contigo quiero ir a jugar, y perderme en tu sonrisa…Hasta naufragar.


Así es como su historia debió haber terminado, Steve Dennis

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