Un día me encontré,
A uno de mis mejores amigos;
En la calle.
Nadie entendía que hacía con él.
Era de esos amigos tan especiales...
Que a ojos de quien no siente;
Pasa desapercibido,
Y ni siquiera, tiene nombre,
Es de esos amigos que;
Creció y se hizo grande y ahora
nadie se acuerda de lo mucho que él daba,
sin recibir ni importarle.
Y ahí estaba,
con sus ojitos negros, mirándome.
Lo habían abandonado a su suerte,
A pasar frío, y a pasar hambre.
Como siempre me seguía,
Buscando del cariño alimentarse...
Me lo llevé a vivir conmigo y
Que sólo viera la calle,
Como un sitio bonito,
Por el que pasear sin lastimarse.
Ya que a mí,
mi madre me había dicho siempre,
Que a un amigo no se le abandona,
Y sea la hora que sea,
No se le deja en la calle:
Aquí lo tengo yo conmigo,
"sentaíto", aquí a mi vera,
dándome más cobijo del que yo a él pudiera.
Y te prometo amigo mío,
que mientras viva y me queden fuerzas...
Siempre tendrás nombre y jamás (mal)vivirás fuera.
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